Con la base de jugadores que quedaron eliminados en semifinales en el Metropolitano de ese mismo año, Di Stéfano armó el equipo, que había tenido una muy buena actuación defensiva en los últimos años, pero que terminó explotando en su mejor juego en este Nacional del 69. Cambió de posiciones a Ponce, Peña, Madurga y Novello, exprimiendo al máximo sus cualidades futbolísticas, además de sacar de la titularidad a un ídolo de aquellos tiempos, Antonio Roma, para dejarle el lugar a Rubén Sánchez, relegando a la flamante incorporación, Nicolau.